El tamborilero... y ¡Feliz Navidad!

En estos días (el 11 de diciembre para ser más precisa), una amiga me dio un regalo: se trataba de un libro llamado "Comer, Rezar, Amar". Cuando abrí su interior observé que dentro de él existía también otro presente: un pequeño mandala que ella había dibujado y pintado con sus propias manos. Y entonces lloré conmovida. Hay una gran diferencia entre los regalos que se dan para satisfacer una necesidad y aquéllos que surgen del amor. Y una ofrenda hecha a mano es siempre un regalo de amor.

De todos los villancicos, El Tamborilero es el que más me gusta, y el que siempre me hace llorar cada vez que lo escucho. Y ahora entiendo por qué: muestra a la humanidad lo que significa ofrecerse con el corazón.

Les dejo esta hermosa pieza, su letra, y mi deseo de que este espíritu los acompañe a todos ustedes en cada minuto de sus vidas. 

¡Feliz Navidad!

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El Tamborilero

El camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió.
Los pastorcillos quieren ver a su Rey,
le traen regalos en su humilde zurrón
(rom pom pom pom, rom pom pom pom)
Ha nacido en un portal de Belén
el niño Dios

Yo quisiera poner a tu pies
algún presente que te agrade Señor,
mas Tú ya sabes que soy pobre también,
y no poseo más que un viejo tambor.
(rom pom pom pom, rom pom pom pom)
¡En tu honor frente al portal tocaré
con mi tambor!

El camino que lleva a Belén
voy marcando con mi viejo tambor,
nada hay mejor que yo pueda ofrecer,
su ronco acento es un canto de amor
(rom pom pom pom, rom pom pom pom)

Cuando Dios me vio tocando ante él
me sonrió

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